¿quién soy yo?
Leí una vez que en el momento que sueltas amarras dejas de ser quién crees ser y empiezas a ser quién realmente eres. ¿Y quién soy yo?
Cuando navego en solitario en realidad no voy solo, voy conmigo. Así lo percibo. Tengo un diálogo interior conmigo mismo constante, como si fuéramos por lo menos dos. Hay uno dándole caña al otro, lo insulta cuando se equivoca y lo aplaude cuando acierta. Es una especie de capataz que ha cogido el mando sin permiso. Parece un individuo bien preparado que piensa en grande, alguien con las cosas claras que se reta constantemente y se crece en la dificultad. Sabe relativizar una situación cuando se pone fea y tira a menudo de ironía para lograrlo. Va un poco sobrado, todo hay que decirlo, no en vano lo reconozco como “ese chulito que llevo dentro” A veces se pasa tres pueblos y me ha metido en algún lío bastante serio, las cosas como sean. Un día hace ya muchos años, se dio cuenta que todo era posible y en ese mismo momento decidió no conformarse con nada y atreverse con todo. Desde entonces mi vida transcurre muy a menudo por un parque de atracciones de máximo riesgo.
El otro es súper buen tío, muy aplicado, comprometido y trabajador, un currante, una hormiga obrera voluntariosa que intenta siempre esforzarse en hacer las cosas bien para salir airoso de las situaciones a las que lo ha llevado el primero, porque intuye que le conviene y normalmente superada la fase de terror le compensa. Sabe que sin él, su vida podría ser muy aburrida. No siempre consigue salir indemne de este proceso, tiene que lidiar con las infinitas dudas y las inseguridades que le asaltan sin compasión por los cuatro costados; sin embargo, su obstinada tozudez no contempla la rendición. Posee una gran sensibilidad y se emociona demasiado fácilmente para mi gusto; en el fondo es un sentimental. Es introvertido, aunque con los años ha aprendido a disimularlo bastante bien, incluso en ocasiones puede dar el pego y parecer el más extrovertido de la fiesta, pero en realidad a mi no me engaña, está actuando.
Esto me lleva a pensar que como mínimo somos dos. Digo como mínimo, porque luego hay un tercer tipo en mi interior al que le intuyo una inteligencia fuera de lo común, y a ese todos lo tenemos, y ahora con esto no pretendo asustar a nadie, pero ese tipo está ahí escondido, en nuestro interior. No tiene que ver con el intelecto ni con el conocimiento que adquirimos, tiene que ver con la esencia, con el sentido común, con la lógica. Tiene que ver con la verdad. Parece despojado de hábitos, creencias y juicios. Quizás es más sabiduría que inteligencia lo que posee. Lo sentía ya en mi infancia, silencioso, pero siempre presente. Sin embargo, hay que rascar para encontrarlo, podemos estar ignorándolo toda la vida. Supongo que forma parte del juego, de tu evolución como persona, pero a medida que lo descubres se va asomando cada vez más y se inicia un diálogo que puede ser formidable.
Es un gran tipo, un genio, un mago que te da pistas y te resuelve cosas. Le preguntas y si estás alerta te responde. Te guía y te ayuda a tomar las decisiones correctas, lo hace muchas veces a través de eso que no somos capaces de explicar bien y que llamamos intuición. Me he dado cuenta que estaba esperando pacientemente a que yo le abriera la puerta. Hay que reconocerle una paciencia infinita puesto que son un montón de años los que lleva allí dentro, en un lugar que francamente muy cómodo no debe ser, sin que yo le hiciera el más mínimo caso.
Así que ahora mismo no sé cuál de los tres soy yo; lo único que puedo decir es que empezamos a ser demasiados y temo que esto acabe convirtiéndose en el camarote de los hermanos Marx. Y es que a veces me los imagino a los tres tomándose una cerveza juntos en la barra de un bar despotricando sobre mí y entonces me doy cuenta que quizás ya somos cuatro porque si no, ya me dirás quién diablos es el que se imagina ahora a los otros tres.